LOS MUÑECOS SE REVELARON (IV)
Resultado cada una tenía el gemelo de la otra.
Pero ellas seguían con toda normalidad,con sus alegrías desbordantes y sus ataques de rabia cuándo
los muñecos se portaban mal.
Sí antes tenía que soportar sus risas,ahora tengo que soportar sus gritos estridentes que cómo todo en
ellas era exagerado.
Ponían en penitencia al oso panda y al conejo Dintin por haber escapado al árbol marandinero y haber
arrancado las frutitas verdes para tirarse cómo pelotitas por la cabeza.
-¡Cuándo el abuelo vea lo que hicieron!-
Yo no le voy a contar nada.....Yo estoy leyendo mi libro:
- Mi planta de naranja lima.de José Mauro Vasconcelos. escritor Brasileño.
-Dónde estaba'?....... Ah,sí en la parte donde la planta le habla a Zezé:
-los árboles hablan por todas partes.Por las hojas,por las ramas,por las raíces."..
Lean, mocosas, las plantas sufren,sobre todo si les quitan sus frutos. Pensé.
Ojalá que cuándo pongan un pie en la quinta del abuelo y se acerquen a una planta se les aparesca
un cronopio y las asuste.
A los cronopios les gusta hacer travesuras pero también les gusta la naturaleza y cuándo ve una flor solitaria
en medio de los campos no la arranca porque piensa que es una crueldad inútil.
Julio Cortázar.escritor argentino. A flor y cronopio ya lo leí.
Tengo tres libros más por leer y ellas sin tarea.-
-¡No es justo!
Ya van a venir vacaciones futuras dónde les toque leer a ustedes también.
Pero el que realmente la ligaba era el pobre Nenuco,estabá tán gordo que los otros muñecos no
lo llamaban bola de manteca sino ovillo de estopa.
A él no le importaba tomarse mamaderas extras o comerse toda la comidita que sus madres preparaban
rápidamente con las mandarinitas verdes para hacer desaparecer las pruebas de la evidencia.
Tal vez porqué su cola estaba rellena de algodón cobraba verdaderas palizas hasta cuando los que se
portaban mal eran los otros.
Cuándo se trataba de ser madres severas lo eran de verdad.
Sentabán a todos los muñecos en ronda, sobre sillitas o mantas viejas tirados en el patio y les daban
verdaderos sermones de disciplina.
Después de soportar sus gritos y retos todos los muñecos se ponían a llorar al unísono.
Nenuco lloraba más fuerte por su bozarrón y los otros se animaban a seguirlo pegando de vez en cuando
un alarido. Era un concierto de llantos.
Hay qué estar ahí,escuchando sus berridos,quién se puede concentrar por más entretenido que sea un libro.....
este cuento continuará en:La sirenita y su cajita de cristal.
Beatriz Else-todos los derechos reservados 2009-
continuará......