visitas inesperadas (I)
Recuerdo que para las vacaciones de invierno,en pleno receso escolar,algunos primos desembocabamos en la casa de mis abuelos,quienes soportaban con verdadero cariño a estos intrusos familiares por dos semanas.
Yo tendría, por ese entonces,doce años y tenía tres hermanas, dos eran adolescentes y era con las que tenía
más afinidad,pero casi no las veía ya que salían todo el tiempo a reunirse con sus amigas y dos hermanos menores que yo,una nena y un varón.
Así que tenía que quedarme en la casa,leyendo algún libro de los que generalmente te daban de tarea para"LEER" en vacaciones.
También solía escuchar música del walk-man.
Cuando estaba muy aburrida supervisaba el juego de mi hermana más chica con mi prima ,ambas de ocho y nueve años de edad respectivamente.
Cuando mi abuela salía de compras ,temporalmente me dejaba a las niñas a mi cargo. Así mientras Yo leía o estudiaba en la habitación las vigilaba discretamente.
Ellas aparecían con sus muñecos dispuestas a jugar a la casita ,entonces yo les aconsejaba :
- traigan el escobillón y el plumero y ponganse a barrer y a sacudir el polvo de los estantes y de paso juegan a limpiar el lugar -
-¡Qué viva,no!,nosotras limpiamos y vos qué hacés?-
-Yo estoy estudiando-.Me miraron con ganas de retrucarme,pero la idea las convenció.
Total, ellas se pasaban jugando ahí en el dormitorio .que usaban cómo casa.
Usaban el dormitorio,el pasillo,el comedor, el patio,el fondo y la quintita de mi abuelo.
Eso era la plaza o EL PARQUE cómo les gustaba decir a ellas.
De chiquitas fueron unidas, pero desde hace un tiempo se hicieron muy compinches,sobre todo desde que las dos decidieron que era tiempo de que tenían que ser madres juntas.
Empezaron a dar a luz bebotes,muñecos,ositos,muñequitas sin parar.
Después de un tiempo prudencial postparto y postmaternidad se dedicaron a criar a sus muñecotes con verdadera alegría.
Todavía escucho sus risotadas inundando a carcajadas toda la casa.
Obviamente las energías que perdieron en los partos múltiples que tuvieron las dos al mismo tiempo ya las recuperaron rápidamente.
Ya las veo paseando con sus carritos cargados de bebotes y munidas de bolsos y celulares de plástico por el extenso patio a modo de la mejor plaza de la capital.
No entiendo porque tenían puestos anteojos de sol y cada una llevaba un paraguas colgando del brazo.
Las inclemencias del tiempo,sale el sol,al rato llueve,solo en sus imaginaciones..
Su alegría como recién dije se limitaban a dar largos paseos con sus muñecos hijos,conversaban como urracas
y de vez en cuando alguna de ellas salía corriendo disparada cómo una bala porque se había olvidado un muñeco
en algún sillón aplastado por algún abuelo distraído que se sentó a mirar la tele.
Salvado el pobre muñequito,desaliñado y maltrecho volvía junto a su madre a despedirse de la otra madre con sonoros besos y la promesa de llamarse más tarde.
Cada una salía apurada en contrarias direcciones con cartera y monedero en mano.
La paz parecía reinar otra vez en la casa,cuándo una ya creía que podía estudiar o escuchar música tranquila
aparecían de nuevo las dos madres chócandose con sus carritos y pegando sendos portazos.
-¿Qué paso?- ni se miraban.
Una ignoraba olímpicamente a la otra.
Se sentaban cada una al borde de cada cama asignada y mientras una levantaba y mimaba a su bebe,la otra buscaba el celular en uno de sus bolsos y marcaba un número...
Este cuento continuará en:"la estatua viviente y su tetera se monedas"
Beatriz Else-todos los derechos reservados 2009-
CONTINUARÁ